El ballet clásico es el más formal dentro de los estilos de ballet. Entre sus características distintivas están el uso de las puntas, sus gráciles, sus fluidos y precisos movimientos, y sus cualidades etéreas.
Exige muchos años de preparación en forma y técnica. El vestuario propio son los leotardos y las mallas, con una falda opcional (tutú). Las bailarinas usan zapatillas de media-punta hasta que sus huesos sean lo suficientemente fuertes y estén entrenados para usar y soportar las zapatillas de punta; los bailarines solo utilizan zapatillas de media-punta y en escasas ocasiones de punta para trabajar huesos de los pies como el empeine. Los huesos de los tobillos y de los pies deben ser lo suficientemente fuertes para ir en pointe (en punta).
El ballet clásico está basado en pasos, posiciones y formas de cargar el cuerpo que se originaron fundamentalmente en el siglo XVIII con el trabajo de Jean-Georges Noverre. Actualmente se ha ido diversificando el ballet desde las técnicas hasta la soltura a la hora de bailarlo, siendo estas primeras la herramienta principal con la que se forma a un bailarín, la técnica proporciona la base del baile, para que con ella el bailarín sea libre de poder expresarse.